ULTRAMAN CASTELLON 2022
El martes día 4 iniciamos la aventura mis primos Pedro, Sergio y yo, saliendo desde Leganés, con el coche hasta arriba para los 6 días, bueno la aventura se inició en noviembre del 2021 cuando decidí inscribirme a esta locura, aunque primero necesitaba contárselo a mis tripulantes. Desde la inscripción empezamos a apuntar en un listado material que íbamos a poder necesitar dependiendo del tiempo, por si hubiera alguna avería, estrategias de avituallamientos y posibles paradas en las diferentes etapas…
Llegamos al hotel y colocamos ropa y demás trastos en la habitación para poder irnos a comernos una buena paella. Nos ha sorprendido lo bien que se come en el puerto del Grau de Castellón teniendo en cuenta calidad-precio-situación. Esa misma tarde quiero probar sensaciones en el mar con el neopreno y coger referencias de cara al jueves para que no me pase como es habitual, regalar metros…
La noche del miércoles como es
normal dormí lo justito. Por la mañana desayuné en la habitación ya que en eso soy muy
meticuloso y quería comer lo mismo de siempre. Para ello me llevé tostadora y
calienta-leches, la habitación era digna de ver, parecía un trastero, una buena
“leonera” vaya.
Nos dirigimos a la playa, donde ya están montadas las carpas y el arco de salida de esta locura. El agua que es lo que peor se me da, y por tanto, más miedo tenia de no poder acabar o de hacerlo, salir ya sin fuerzas para continuar, no se dio tan mal. Enseguida me dejé caer a mi sitio, a mi ritmo,
pensando en que mi único objetivo era acabar esta primera parte de la primera etapa. Y así fuimos dando vueltas a un circuito de boyas de algo mas de un kilómetro. Estaba establecido que fueran 5 vueltas de 2 k. pero por el mal estado del mar se hicieron 9 vueltas, lo cual yo agradecí puesto que salir más veces implicaba poder descansar más y avituallarnos mejor. En la zona de avituallamientos se encontraban, Pedro reponiendo vaselina en el cuello e incluso en alguna ocasión limpiándome las gafas, Sergio dándome iso, plátano, barrita o gel, lo que correspondiera en cada momento, todo al milímetro como teníamos establecido, Gerar grabando, controlando parciales y animándome y por supuesto, mi silla de camping, donde me sentaba en todas las salidas del agua y que luego me dijeron algunos participantes la envidia que les daba verme ahí sentado jjjj. Según pasaban las vueltas fui viendo que me distanciaba de algunos participantes, algunos de ellos con bastante mala cara y eso me hacía coger confianza, pensar que no
iba a ser el último en salir del agua, según mis peores previsiones, me hacía sentirme mejor y mantener los ritmos moderados y conservadores que llevaba. El mar estaba tan mal que la mayoría salía mareado, alguno incluso llegando a vomitar. Yo seguía a lo mío, intentando, como digo siempre, fluir con el agua, a pesar del tamaño de las olas en algunos momentos donde tenía la sensación de no avanzar nada.
Ahora en frío no recuerdo salir muy mal de este segmento y ya solo pensaba, como hablé con el trío, en ducharme en la ducha que hay al salir de la playa, que me llevaran allí la bici y la ropa y así lo hice. Fui hasta ese punto quitándome el neopreno y terminando con esta acción bajo la ducha. Termino de quitarme por encima la sal poniendo más énfasis en zonas de fricción con el sillín (que fisno he sio toa la via). Me ayudan a prepararme Pedro y Gerar mientras Sergio esta liado preparando la bici. Salimos juntos Victor Talán (papito, como le llamaban éstos) y yo. 10 kilómetros a nado, 3 horas 44 minutos 14 segundos.
Iniciamos los 135 kilómetros de bici con la bici de ruta, mi querida BH G6, que tengo desde hace 8 años y tanto cariño la tengo, muchas aventuras ya juntos (incluidos 2 IM con acoples). A pesar de ser una bici aero enseguida veo cómo se va alejando Víctor con su cabra ya que es un terreno totalmente llano y de largas rectas. Aun así me mantengo en cambiar la bici pasando los pequeños
puertos que debíamos afrontar, que será sobre el km 90. La verdad que estuve disfrutando en cada momento del sector ya que es lo que mejor llevaba preparado y sinceramente lo que más me gusta. Tenía en todo momento referencias de los participantes de delante y de los de detrás gracias a mi supertripulación. Insisto en el gran trabajo de estos tres máquinas, como se lo curraron para poder dejar el coche en zonas seguras, colocarse en puntos estratégicos a la vez que seguros, para recoger bidones que yo les tiraba (literalmente) y envoltorios de geles o barritas, darme los nuevos otro más adelante y comida otro al final de la zona que ellos establecían, aproximándose a los puntos kilométricos que ya teníamos planeados. Me siguen diciendo que el primer día fue un caos y que hubo tensión dentro del coche y yo les repito una y otra vez que desde fuera pareciera que se dedicaban a ello, es más, el resto de participantes y tripulantes me han dicho en repetidas ocasiones que vaya equipazo llevé, y eso que ninguno sabía, exceptuando a Francesc Serrano (el catalán) que se me coló en nuestra habitación la segunda noche (quien sabe, si para buscar elementos dopantes o para seguir minando mi cabeza jjjj) que el gran Gerar me daba un pequeño masaje sobre una camilla todas las tardes antes de cenar ya que se dedica a ello y además, lo puedo confirmar después de 10 años en sus manos y arreglando todas las averías que aparecieran en mi aparato locomotor, ya sean unos Aquiles de no poder andar o dejarme un hombro para nadar en un half 3 días después de darme un piñazo gordo con la cabra, lo hace como si de un mago se tratara.
Realizo el cambio de bici como y
cuando teníamos establecido y sin parar nada seguimos hasta la línea de meta
los 45 kilómetros restantes. El cambio de bici tenía claro que lo iba a hacer,
ya no solo por el perfil de la etapa de este día como el siguiente sino por el
cambio de postura y de apoyo en mis partes nobles, que al día siguiente iban a
ser 280 kilómetros de bici.
Una vez llegamos a meta se comenta entre participantes, tripulantes y organizadores sobre todo el mal estado del mar y las pérdidas que en algunos puntos nos produjeron algunas glorietas donde te obligaba a ir por carril bici y salirte de la carretera e intersecciones donde el gps se volvía loco. Yo me perdí en 4 puntos, pero gracias a que el gps pita enseguida que te sales de la ruta insistentemente me daba la vuelta echando leches. Según entré en meta tenía las patas super cansadas y solo pensar que al día siguiente tenía 280 kilómetros de bici no daba un duro por mí pero las manos prodigiosas de Gerar es lo que tiene… Tuve suerte ya que pasado unos minutos de entrar por meta empezó a llover con bastante fuerza y me ponía en el lugar de los que no habían llegado y lo que estarían penando. Bueno ducha, masaje, cenita en el hotel y para la habitación a preparar entre todos la etapita de mañana. 135 kilómetros de ciclismo, 4 horas 47 minutos 33 segundos.
Estos momentos en la habitación, cada uno en su cama, preparando material, aquí si que yo palpaba tensión y no
imagino éstos hacia mi porque les pedía demasiado a todas horas, Sergio haz
esto, Gerar tócame aquí, Pedro busca esto en internet… no sé cómo no me
mandaron lejos.
Cuarto día de convivencia,
segundo día de aventura deportiva ultralocura, el trío se baja a
desayunar mientras yo lo hago en la habitación cual ritual diario, entrene,
compita o trabaje, todos los días comiendo y bebiendo lo mismo y en el mismo
orden, de momento me va de maravilla y no iba a cambiar en una prueba de este
calibre lógicamente.
Nos plantamos en la salida con la bici de ruta y con el cielo amenazante como preveían las diferentes webs meteorológicas consultadas, que como siempre, no dieron ni una. Eso sí, estuvo toda la noche cayendo agua y el asfalto así lo reflejaba. A pesar de estar encendido el gps con bastante tiempo de antelación no cogía señal y por tanto no cargaba la ruta, ya me empiezo a rallar… menos mal que el segundo día de “concentración”
fuimos a ver la salida de bici de ambas etapas. La tripulación pudo alcanzarme sobre el kilómetro 15 y gracias a que mi primo Sergio inteligentemente había cargado todos los tracks en su gps y SI había entrado en la ruta desde el comienzo, hicimos cambio de aparatitos, que además era el mismo modelo con lo cual no hubo problemas con el soporte.
Ya me relajo e intentamos
disfrutar a nuestro ritmo y teniendo en cuenta que el día iba a ser muy largo.
Como y bebo como llevo años entrenando y compitiendo, cada 10-15’ beber y cada
40-45’ ingerir sólido para no tener problemas de estómago y que el cuerpo no
eche en falta gasolina en ningún momento. Como siempre tiro de plátanos, geles
diluidos en un bidón, isotónico en otro bidón y barritas. Tengo que decir que
en el cambio de “ruta” a “cabra”, kilómetro 140 o sea el ecuador de
la etapa, me siento un momento en la puerta de una casa de un pueblo cuyo
nombre no recuerdo y donde el tito Gerar me da jamón de su tierra (Badajoz) y
pan de leña y tampoco recuerdo haber disfrutado tanto de un momento así en mi
vida si os digo también que en lo que gozaba de esos manjares me metían mano en
las patas con crema calentadora. Si eso se considera doping sanciónenme para
siempre, que me quiten lo bailao.
Nada más pasar este, tan
agradable momento, pasé uno de los peores sin duda, de los tres días.
Benicarlo, gran tráfico de decenas de vehículos de esta localidad para recoger
a sus cachorros del cole por la hora que era, empieza a llover como si no
hubiera un mañana, parado detrás de los coches que no avanzaban, empapado,
pasando frio de flipar, mi tripulación detrás donde Dios quisiera que
estuvieran… me meto en un cajero les llamo que por favor vinieran echando
leches, que me estaba muriendo de frío. En lo que llegan me quito toda la parte
de arriba y aprovecho para comer algo de sólido, mientras otros viandantes que en
ese lugar se protegían de la lluvia torrencial, me miraban con ojos de
incredulidad, desconfianza, de “este tío esta chalao”. Cuando llegan,
antes de lo que yo me esperaba (aquí sí que me creo que dentro del coche hubiera
tensión), me seco con las toallas, me pongo la ropa seca, me pongo el
chubasquero de ciclismo y me las piro.
Pasar nuevamente esa meta es una sensación extraña, como de haber logrado una hazaña, pero incompleta. A pesar de los dos días de auténtica locura en cuanto a desgaste y ya con las patas que no podía ni andar ya pensaba en el infierno final del día siguiente y de como una persona puede correr 84 kilómetros 17 horas después. 280 kilómetros de ciclismo, 10 horas 49 minutos 35 segundos.
Baño y masaje después bajamos a
cenar y me pongo hasta arriba de hidratos en forma de pasta y arroz y para la
cama. Esa noche pocos preparativos había que hacer al contrario de todo lo que
conllevaba el ciclismo la noche anterior, pero a pesar de todo repasamos un
poco material de running, avituallamientos y paradas.
Por tercera y última vez plantado bajo el arco que, una vez más, era inicio y final de etapa, estaba yo, muy agotado muscularmente a pesar de los esfuerzos del ya nuestro primo Gerar.
Mentalmente, dicen muchos, y no lo niego es mi fuerte, estaba bien, tenía ganas de correr a la orilla del mar, por el paseo del Grau de Castellón, por el de Benicassim y así hasta Oropesa. Quiero destacar muy mucho, los casi 10 kilómetros de vía verde con su túnel de 1 kilómetro de longitud más o menos, con su brutal oscuridad tan solo iluminado con algunas bombillas (por cierto Sergio me dió la luz delantera de la bici para ver bien el suelo y que a la vez me vieran el resto de viandantes y ciclistas), con bastante humedad, charcos y el suelo irregular que tanto miedo me daba (recordar que en marzo me hice un esguince pisando césped mojado corriendo la maratón de Madrid y que me hizo no poder entrenar la carrera con cacos hasta junio), acantilados y arboleda acompañados por el mar y su sonido rompiendo contra las altas paredes de rocas que sostenían nuestro camino, fue una pasada sobre todo en la primera ida y vuelta. El circuito iba desde el hotel hasta Oropesa bordeando la costa, como ya digo, que serían casi 21 kilómetros y vuelta al mismo punto, pero a la vuelta unos 8 kilómetros fueron por el interior por carril bici y secarral que se hizo muy duro tanto la primera vuelta (encima coincidiendo con el kilómetro de peor fama, el 30) y ya no os cuento la segunda.
Leí a un veterano en estas
distancias darle un consejo a un participante de otra edición, que también se
estrenaba en esta loca distancia, que en la primera maratón no parara nada. Así
lo hice yo y aproveché para cambiar el agua al canario. Esta primera parte sí
que disfruté excepto el ya comentado tramo de vuelta y a partir del kilómetro
60 ya empecé a pagar la falta de entrenamiento de volumen en carrera. Gerardo
me fue acompañando desde el primer kilómetro hasta el kilómetro 30 donde se
encontraba Pedro con el coche y en cuyo punto (desde donde no había acceso a la
vía verde) repostaba mi primo Sergio los bidones y comida, que me acompañó con
la mtb todos y cada uno de los metros de la doble maratón. Éste me iba hablando
de vez en cuando y yo respondía hasta que ya no podía con mi alma y él lo sabía.
Aun así me hablaba y repetía “primo que no hace falta que me contestes eh, que
solo hablo para entretenerte” y no hacía falta que yo le dijera nada, ni tan
siquiera que moviera la cabeza porque lo hacía por mí, para entretener mi tarro.
Llegó un momento que iba tan mal que solo contaba pasos y no podía evitar mirar
el reloj de vez en cuando y ver que los kilómetros apenas subían al contador,
corría tramos a casi 7’. Después de la primera parada decidí andar 200 metros
cada 10 kilómetros más o menos y así lo hice. En dos de esas, siendo el 48 la
segunda parada me senté y le pedí a Gerar, que se unió de nuevo en el kilómetro
52 para ya terminar conmigo, que me diera crema calentadora en la parte
superior de los muslos y en la rodilla derecha que estaban empezando a doler.
Sergio y Gerar ya hablaban entre ellos y me decían que Francesc lo tenía muy atrás, pero yo no me lo creía puesto que yo iba a ritmos muy lentos y pensaba que lo decían para que no me viniera abajo, ellos me decían que si, que les creyera, que todos iban sufriendo ya y que lo tenía a más de 15’ y que por tanto era cuarto en la general de momento. La siguiente parada fue en el kilómetro 58 en la vía verde donde estuve andando 200 metros y no quería prolongar más la caminata porque me daba miedo que se relajaran los músculos y cuanto más parara más me iba a costar retomar la carrera. Ya en el tramo pestoso del interior que tocaba parar en el kilómetro 68 le dije a Gerar que me dolían bastante la rodilla y el tobillo de la lesión (desde la lesión nunca entrené sin que tuviera una mínima molestia) y que en cuanto viéramos un sitio donde sentarnos me diera crema calentadora para que bajaran un poco esas molestias, este es el tercer peor momento de los tres días. En un avituallamiento improvisado por Pedro donde pudo aparcar el coche, ya volviendo hacia el deseado paseo marítimo, le dije que esperara a que pasara por allí Cesc y si en 15’ no lo había hecho que se fuera al siguiente punto. Cada vez que pasaba por
Pedro me daba un gajo de naranja que me sentaba de vicio, cada vez que le mire a partir de ahora veré un gajo de naranja, por cierto, que rica estaba, claro, estábamos en la terreta. Siguiente parada, kilómetro 78, donde me pongo a andar otros 200 metros justos, mirando el mar e intentando pensar en positivo, ¡¡solo quedaban 5 kilómetros!! Si alguien ha corrido tantos kilómetros puede entender lo largo que se hacen, me decía Gerar, “tío, esto es lo que corrías cuando empezabas a hacer cacos, venga que ya esta hecho”. Por fin, llegando al puerto, giramos la calle principal de Grau, camino al hotel por la acera, donde ya no dolía nada, donde te acuerdas de todo el año que has pasado, te acuerdas de tu familia que has dejado en tantos momentos para poder cruzar esa meta que en breve volverás a ver, te acuerdas de todos esos malos momentos como el día de la lesión y por fin dos manchas rojas a lo lejos indicando el punto donde se encuentra el hotel, eran Sesio y Pedro, esa curva de entrada al tan deseado “arco del triunfo” el momento en el que entras en el listado, no creo que muy extenso, de personas finisher de un ultraman. 84 kilómetros de carrera a pie, 8 horas 9 minutos 5 segundos.
Agradecer a Manu y Alberto y a sus padres la organización de un evento de tal envergadura, ya os dije que no me ibais a volver a ver en una de éstas aunque si en el half de Peñíscola y quien sabe si en el IM del mismo lugar. ¡Por supuesto, agradecer a mi mujer una vez más todo el apoyo, que todavía me da!!!, a mis hijos, a mis padres, a mis hermanos, a mis suegros y toda la familia y amigos por el apoyo y seguimiento estos tres días cuyo empuje he notado en todo momento. Pero sin duda no voy a poder pagaros todo lo que habéis estado pendiente de mi este año y







































